El modelo nacional y tanguero

Vi dos películas argentinas. Fantasma de Buenos Aires y El Ultimo Aplauso. Ficción y documental. Ambas de inscricpión tanguera. Aquella desde la lejana década de 1910 salta a la vida contemporánea. La otra recorre los años que, parece, no han cambiado las referencias de ser porteño. Vayamos por partes.
El Fantasma... - opera prima de Guillermo Grillo (pronúnciese Grilo) - es la sexta película producida integramente por la FUC. Guillo (pronúnciese Guiyo), se esforzó durante años para llegar a su largo y, con mucho trabajo personal, lo logró. Por lo que se ve estoy ajeno a la ponderación objetiva. La historia de un personaje que salta en el tiempo es un (sub?) género cinematorgráfico. En este caso un malevo con todas las letras del arquetipo es traicionado y su alma, en pena, recorre los lustros para instalarse en el interior de un joven moderno, lindo y un poco tonto. La metamorfosis del muchacho es sólo de circunstancia - tocar la cola de señoras entradas en edades tardías, ganar la pelea a un rival que pretende a su querida - y también es útil para confrontar un Buenos Aires orillero con las costumbres posmodernas. Quizás sea esta última la parte más lograda. Las inserciones de guapo Ventarrón, el verdadero, y su perplejidad ante un mundo incomprensible producen verdaderas explosiones de risa . Los otros aspectos acompañan esta línea de fuga que no termina de hegemonizar la historia. Hay momentos de excelente montaje (Guillo es montajista), especialmente en los primeros tramos del filme y la historia fluye sólida en su ingenua claridad. Algunos desvíos, muy especialmente en el tramo final, nos conducen hacia una zona sentimental que no engarza con el tono general del relato. Una peli de generación intermedia, que cuenta un cuento. Raro, no?
El Último Aplauso es un documental cuyo mayor valor es contribuir al patrimonio cultural de esta ciudad. El registro de una historia de desconocidos cantores que desaparecieron con el lugar que los albergaba artísticamente, el Bar El Chino, y su recuperación a través de una especie de docudrama como seres vivos y expresivos logra trasmitir una emoción engarzada a las cosas simples. Hay momentos de dudosa inscripción (ética, diría Godard). Los límites entre lo privado y lo publicable o puestas en escena de momentos que se pretenden espontáneos no alcanzan para disminuir los logros de la película.

Viennale. Reporte.

by Verushka, enviada especial de Cineflia a Austria.
Breve reseña opinada de algunas películas de la muestra.

Guy and Madeleine on a Park Bench.
Damien Chazelle. EEUU. 2009.
Una ópera prima, sin lugar a dudas. Y como opera primera, la película está despierta, viva, con mucha sustancia. Hay sensibilidad en su blanco y negro, en sus parques, y en lo que le pasa a sus los personajes. Ahora bien, aún cuando puede verse -y sobre todo sentirse- que por debajo tiene alma y carne, el guión no tiene tanto cuerpo, y es ahí donde la película cae, deja poco a poco de interesar, en sus repeticiones, en su búsqueda que no encuentra tanto más que lo que fue presentado en un principio. De todos modos, hay aquí alta sensibilidad. Fue introducida como una de las preferidas de la Viennale, con aplausos y el director de invitado, un casi niño evidentemente muy talentoso, y muy conectado con la música, uno de los grandes fuertes de la película; de hecho trabajó guión y música juntos, y eso se nota en cada acorde y en cada plano.

Edward II.
Derek Jarman. Inglaterra 1991.
Sus películas son siempre cuadros o, más bien, el movimiento de las cosas y personajes que hay ocultos en los cuadros. Shakespeare como...¿excusa? No parece. Todo en la peli es esencia a la vez que excusa. Jarman sinfonía. Sinfonía gay. A los besos todos los muchachos. Y la eternamente andrógina Tilda Swilton, venida directamente de Urano, que encaja perfecto en ese rompecabezas clásico y moderno que se va armando. No es para verla somnoliento. Pero, si se es amante de Shakespeare y sus adaptaciones, hay que verla, pues es un trabajo notable.

Fisshu Sutori.
Nakamura Yoshihiro. Japón. 2009.
Delirante película japonesa que parece que va a ir a parar a ningún lado, y que al final te la cierran con moño. Moño delirante, sí, pero ajustado, que va armando una lógica propia, simpática, arbitraria y juguetona. Los guionistas tenían dos o tres obsesiones de muy diferente índole (y de aparente diferente lenguaje), y se pusieron a jugar con ellas, entrelazándolas en una historia como quisieron, como les salió, o como se les dio la gana. Salió bien el intento. Dejó de ser un intento y pasó a ser una película que, a mi entender, supera la definición de "experimento cinematogràfico". Más que suficiente.

Adventureland.
Greg Mottola,USA. 2008.
Me encantan estas películas: reír, llorar, sentirse identificado, y -sobre todo- recordar... Banda de sonido retro mal no apta para gente que no haya vivido en los ochenta, y para los que sí, una fiesta. Personajes freaks y no tanto, algunos patéticamente deliciosos, otros "anormalmente adaptados". Un parque de diversiones donde transcurre la adolescencia de varios, con tristezas, alegrías y amores de puberes que no saben ni pueden eludir el dolor de pegar el estirón. Un encanto. Lástima el final, para mi gusto debería haber sido un poco más amargo. Es como si al director lo hubieran agarrado los grandes distribuidores y le hubieran dicho, Greg, hacé lo que quieras y hacelo como quieras, pero danos el final que el pueblo americano quiere, no nos dejes mal, ni a nosotros, ni al público, que con lo que te pedimos la gente va a ir más al cine y va pagar más gustosa la entrada... Una lástima. No es grave. Sabemos: Todo no se puede.

The informant.
StevenSoderbergh. EEUU. 2009.
Tengo un problema personal con Soderbergh. Después de Sexo, Mentiras... no vi tanto, pero tampoco tuve ganas. Y en Viena decidí darle una chance al juicio para combatir al prejuicio. Me equivoqué. Nunca más una de Soderbergh, no me entra nada...

Lola.
Brillante Mendoza. Filipinas. 2009.
No sé tan bien de qué se trataba. Más allá de saber que había dos ancianas tailandesas, que tenían nietos con y en problemas entre sí, y que se inundaba todo y que había una comisaría, y que había un asesinato y que... lo que soñé en la butaca mejor no lo cuento, estaba demasiado fatigada para andar viendo llover sobre ojos rasgados. Igual, no hay que darme bola, estaba cansada, y además parece que el director está medio de moda, y de modas y esas otras cosas yo de veras nunca no entiendo nada.

Bad Lieutenant.
Abel Ferrara. EEUU. 1992.
Qué agregar sobre lo dicho, sería llover sobre mojado. Jesucristo, dale, perdonalo. ¿Cuántas veces habrá que proyectarla hasta que Jesus lo perdone? Después de todo lo que hizo Harvey, habrá que pasarla por lo menos unas cuantas veces más para que nuestro señor pueda disculparlo. Bien ahí por verla en pantalla grande.



TWO LOVERS

Modelo de excelencia profesional - un guión que no deja de recurrir a las fórmulas clásicas de una historia a ser contada; actuaciones de convicente perfil; fotografía y ambientación adecuadas al máximo - Two Lovers (lamentablemente traducida como Los Amantes, una falta de respeto para Les amants, 1958, Louis Malle) logra una curiosa eficacia entre los que asisten a la sala. Cabalgando sobre la mil veces enunciada guerra entre el deseo y el deber, entre la pasión y la segura cossa, entre la supercalentura - esa intensidad inaudita de lo efímero - y la acaramelada obligación de ser uno más entre millones de iguales, la película ofrece varios bonus tracks. El casting sobresale por su inscripción en los límites del lugar común sin cruzar la frontera. Hay una casi perfecta elección de los arquetipos, principales y secundarios, la trama inquieta a través de una emoción contenida - hasta antes del final - y, vamos al grano, ¿quién no tuvo momentos de mandar todo al carajo impulsado por vaya a saber qué maldita energía de enamorarse absolutamente de un otro/a, que parece haber sido enviado por Adonai y Lilith de común acuerdo, para entorpecer el normal y previsible desarrollo de la vida? Y esto es lo que le pasa al protagonista - un notable Joaquin Phoenix - puesto en el lugar de elegir entre una irresistible rubia remoderna - Gwyneth Paltrow en versión ardiente con una suave dosis de perversa ingenuidad - y una castaña que no deja de tener lo suyo - cuidada y contenida composición de Vinessa Shaw - sabiendo que una parte de su yo está para saltar el abismo y otra se inclina por mantener el peso de un mandato secular: crear una familia a imagen y semejanza de lo que se da en llamar matrimonio. Hay que agregar que pasa en NY, que la familia de origen (y destino) es de raigambre judía y que hay escenas de un contenido erotismo bien dosificadas en el desarrollo de la historia. Y sí, no es difícil metamorfosearse con alguien como Joaquin. Eficacia pura que muestra ciertas grietas leves: la historia del boga que deja a su familia es difícilmente creíble (había que construir un final de alguna manera y fue lo único que nos convenció aunque con dudas, afirmarían los guionistas profesionales), la enunciación de una enfermedad que desaparece en el segundo acto, una renuncia de difícil elección para atenuar el dolor de la herida narcisistica del personaje. Brillante la escena, en su timing y la resolución visual, donde Joaco la espera a la Paltrow para irse al Edén californiano. La presencia milagrosa de Isabella Rosellini en el papael de... Madre!! sorprende por el paso del tiempo. La confrontación de dos historias familiares emparentadas por su origen pero de resultados económicos y sociales opuestos (uno mantiene a duras penas la supervivencia con un negocio demodée mientras que el otro construyó una segura inserción en la burguesía con su expansión comercial) y la presencia del East Side River como purificador natural de destinos sin retorno acompañan como contexto a este drama de amor. O sea, durante cien minutos nos involucramos, nos sentimos espiados, por una trama que contiene nuestro desequilibrio como seres amantes y amados o todo lo contrario.
La película logra tejer, alrededor del interior de cada espectador, una dosis suficiente de felicidad y pena, de frustración y esperanza, que como todos sabemos es como si contara nuestra propia historia.