TWO LOVERS

Modelo de excelencia profesional - un guión que no deja de recurrir a las fórmulas clásicas de una historia a ser contada; actuaciones de convicente perfil; fotografía y ambientación adecuadas al máximo - Two Lovers (lamentablemente traducida como Los Amantes, una falta de respeto para Les amants, 1958, Louis Malle) logra una curiosa eficacia entre los que asisten a la sala. Cabalgando sobre la mil veces enunciada guerra entre el deseo y el deber, entre la pasión y la segura cossa, entre la supercalentura - esa intensidad inaudita de lo efímero - y la acaramelada obligación de ser uno más entre millones de iguales, la película ofrece varios bonus tracks. El casting sobresale por su inscripción en los límites del lugar común sin cruzar la frontera. Hay una casi perfecta elección de los arquetipos, principales y secundarios, la trama inquieta a través de una emoción contenida - hasta antes del final - y, vamos al grano, ¿quién no tuvo momentos de mandar todo al carajo impulsado por vaya a saber qué maldita energía de enamorarse absolutamente de un otro/a, que parece haber sido enviado por Adonai y Lilith de común acuerdo, para entorpecer el normal y previsible desarrollo de la vida? Y esto es lo que le pasa al protagonista - un notable Joaquin Phoenix - puesto en el lugar de elegir entre una irresistible rubia remoderna - Gwyneth Paltrow en versión ardiente con una suave dosis de perversa ingenuidad - y una castaña que no deja de tener lo suyo - cuidada y contenida composición de Vinessa Shaw - sabiendo que una parte de su yo está para saltar el abismo y otra se inclina por mantener el peso de un mandato secular: crear una familia a imagen y semejanza de lo que se da en llamar matrimonio. Hay que agregar que pasa en NY, que la familia de origen (y destino) es de raigambre judía y que hay escenas de un contenido erotismo bien dosificadas en el desarrollo de la historia. Y sí, no es difícil metamorfosearse con alguien como Joaquin. Eficacia pura que muestra ciertas grietas leves: la historia del boga que deja a su familia es difícilmente creíble (había que construir un final de alguna manera y fue lo único que nos convenció aunque con dudas, afirmarían los guionistas profesionales), la enunciación de una enfermedad que desaparece en el segundo acto, una renuncia de difícil elección para atenuar el dolor de la herida narcisistica del personaje. Brillante la escena, en su timing y la resolución visual, donde Joaco la espera a la Paltrow para irse al Edén californiano. La presencia milagrosa de Isabella Rosellini en el papael de... Madre!! sorprende por el paso del tiempo. La confrontación de dos historias familiares emparentadas por su origen pero de resultados económicos y sociales opuestos (uno mantiene a duras penas la supervivencia con un negocio demodée mientras que el otro construyó una segura inserción en la burguesía con su expansión comercial) y la presencia del East Side River como purificador natural de destinos sin retorno acompañan como contexto a este drama de amor. O sea, durante cien minutos nos involucramos, nos sentimos espiados, por una trama que contiene nuestro desequilibrio como seres amantes y amados o todo lo contrario.
La película logra tejer, alrededor del interior de cada espectador, una dosis suficiente de felicidad y pena, de frustración y esperanza, que como todos sabemos es como si contara nuestra propia historia.

1 comentarios:

Verushka dijo...

No vi la peli, pero al leer tu comentario me dan ganas de verla ;) Nota de redactura: coincido con Claire, está muy bueno lo que (y cómo) escribís, pero yo también necesitaría párrafos. Se me hace muy macizo, no solo a la vista, sino simplemente para seguir una idea. En fin, sugerencia de estilo, si no te parece puede tirarse al tacho! Besotes.

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