bafici 2010

Haciendo el esfuerzo de despejar las telarañas virtuales que se tejieron en el blogspot, abandonado por sus propios seres queridos, consideré oportuno, dada la activa participación de varias de las integrantes del presente espacio y, but not least, habiendo estado presente en algunos pocos eventos del Festival, retomar los textos que permitan mantener este mecanismo infiel, aunque perdonable, de comunicación.

Estoy, debo decirlo, en deuda abultada. La ausencia de comentarios sobre A Serious Man (Cohen Bros.), Dos Hermanos (Daniel Burman) o Le pere de mes enfants (Mia Hansen-Løve) entre otras cintas visualizadas en el período de la mudez textual no dejan de mortificarme, aunque, lo reconozco, no me quitan el sueño, la verdad. Ya me tomaré el tiempo, o él me ignorará, para volver sobre esas piezas entre destacadas y curiosas, geniales y banales, para dar una pista, digo.

Pero el motivo de la presente está orientado a relatar las experiencias que se sucedieron entre la inauguración y el cierre del otoñal evento al que nos hemos acostumbrado, y con razón. Para comenzar nada mejor que alzar las copas por la alegría que produce que un acontecimiento cinéfilo como el que se produce en Buenos Aires, cada abril, efectivamente suceda y se mantenga. Se trata de un verdadero valor patrimonial de esta ciudad y sus inquietos habitantes, desde los freaks a los snobs, de los miopes hasta los lúdicos. En fin todo bicho caminante que tiene algo de pulgas encima encuentra en el BAFICI un territorio que lo estimula y provoca. Además se conecta con paranormales como él... o de la tribu contraria. Y eso es buenísimo!


Curiosamente el inicio fue por ausencia. No recibí ninguna invitación para la Inauguración y por lo tanto no estuve presente (la idea fue que no se me había invitado aunque después fui informado que el tema invitaciones fue caótico y mal organizado) en el 25 de Mayo, cine barrial por excelencia en mi más tierna infancia (me encanta que haya sido recuperado pero no coincido con el criterio de restauración que se aplicó.... pero ¡gracias Villa Urquiza!). Sabía, había sido difundido con aviso, que se proyectaría JUICIO Y CASTIGO del incorregible (diría Georgy) Rafael Filippelli y luego un cóctel de apertura. Debo confesar que si me hubiesen invitado mi ausencia se hubiese producido de todas formas ya que después de haber visto, en la edición 2009 del mismo festival, MUSICA NOCTURNA, dirigida por el nombrado más arriba, me prometí evitar repetir experiencias de esa naturaleza. Y no soy de romper promesas... De todas maneras, dado el carácter y la temática anunciada de la nueva presentación, sí me interesó conocer las opiniones que dicha proyección había provocado. Digamos que no fueron muchas y, para sintetizar, que colocaron a la peli la mitad de la tabla para abajo apareciendo, también, los que la enviaban al descenso directo con doble tarjeta roja. En fin, haber elegido un filme de esas características es plantar bandera con colores definidos. El acto en sí, es valioso. Su contenido, dudoso. me parece, quizás esté equivocado, un ritual donde prima el ombligo espejado de quienes se presumen por encima de cualquier cosa. (¿algo que ver con el ser nacional?).

Pero vayamos a lo que sí vimos. STROMBOLI, vieja película (1950) de Roberto Rossellini protagonizada por
Ingrid Bergman, su mujer. Se trata de un cuento inverosímil, se nota el forcejeo intelectual dentro del guión para justificar la presencia de la diva, con reflejos de tragedia y una clara inscripción en el catolicismo militante del realizador. El final es francamente patético desde lo ideológico. Pero, como sucede habitualemente en estos casos, tiene algunas escenas que demuestran la mano maestra del cineasta: la secuencia de la pesca del atún es antológica y la erupción del volcán con el pueblo reunido es sus canoas también alcanza alturas de elegía. La emoción fue estimulada por la visión de una copia balnco y negro en 35 mm. Algo que hace mucho tiempo no experimentaba.

HACEME FERIANTE de Julián D´Angiolillo. Una destacada opera prima en la que se
nota la muñeca gráfica, sensible, del realizador. Un viaje de descubrimiento por un mundo inaccesible y azaroso: La Salada. Personajes de todo calibre, situaciones que rozan lo inverosímil, asambleas populares, apoyos sectoriales y manifestaciones culturales se mezclan con pasillos en cadena, suciedades de diverso grosor, miserias, fabricaciones truchas y comercios ilegales aunque, al parecer, legítimos. Una pintura dinámica, conceptual y bien narrada producto, se nota, de un esfuerzo mayor.

También vimos, esta vez con MAJ,
POLICE-ADJECTIVE (Corneliu Poromboiu). Película venerada por la crítica cool dominante del sistema comunicacional. Mi impresión es que estas cosas, que parecen ser audaces, innovadores, sorprendentes y otros epítetos de similar calibre, en verdad tienen muchos antecedentes en la historia de le cinema. Contar historias con planos de extensión infinita, desafiar la paciencia del espectador en términos de aguante subjetivo, plantear dilemas morales entre el ser y el deber ser, ironizar con o sin sutilezas sobre valores establecidos y otras menudencias del estofado fílmico son más viejas que la propia vanguardia. La verdad es que el reloj no me da para soportar una cámara fija con la imagen de un señor comiendo mientras la banda sonora pasa completa, y la repite, una canción insoportable al oído durante ocho (8!!!) minutos interminables. Y eso es sólo un botón de muestra. Creo que la intención no escatima cierto sadismo que se filtra en los panegíricos de la modernidad y estas vueltas cíclicas sobre lo que fue en otro tiempo revela la pérdida de memoria, o escaso conocimiento, que fagocita las cortezas críticas. No sé si me explico. Un plomazo.

Tengo que completar la crónica mencionando la visita que hice a los estudios de postproducción CHE REVOLUTIONPOST (parte de las atividades especiales). Muy buen lugar, increíble los equipos y me encontré con viejos colegas, ratas de laboratorio que quiero y respeto de verdad. Laburantes, bah!
Hasta la próxima.

2 comentarios:

Verushka dijo...

Querido Cheme, muy simpático e interesante tu comentario sobre el presente del clásico del futuro. Una sola corrección: la película de Filippelli se llama "Secuestro y Muerte". digo, como para no confundir carne con estofado... Beso!

Anónimo dijo...

buen artículo.

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