Gustavo y Pedro

En orden cronológico desfilaron por la retina dos pelis. Marea de Arena del amigo Gus Pagés y Los abrazos Rotos del inefable Alomodóvar. Vayamos por partes. Reconozco que no es fácil ver la película de un hermano con quien compartimos momentos entrañables durante décadas. Mucho más en este caso donde la frecuencia sensible respecto de los 24 cuadros por segundo no sintoniza en la misma onda. Es cierto que causa emoción que un delirante y luchador como Gus logre materializar un proyecto cualquiera sea su envergadura. Hoy, que como objetivo me parece un esfuerzo titánico, valoro mucho que desde la intución de una idea se llegue a un puerto tan complejo como el 35mm impreso. Salvada la condición fraterna debo reconocer que no pude "entrar" en el relato. Hablé con Gus sobre el tema y el acordó, aunque también tuvo palabras que limpiaron el panorama. Quizás, la falta de antecedentes en el conflicto central - momentos de plena felicidad que podrían marcar el polo opuesto del vínculo amoroso - pudieron haber actuado como amortiguadores en mi viaje por la película. Me enteré que hizo toda una serie de rondas de construcción del guión con cineastas y guionistas y que alguno cercano, Martín, le manifestó su envidia por haber logrado un resultado como ese. Otra cosa interesante en el planteo que Gus es que muchas veces se le atribuye al guión problemas que son más de la realización que otra cosa. Coincido. Durante el rodaje es por demás complicado conservar la integridad de la obra ya que se está funcionando al detalle de cada plano. Claro que en el montaje eso se equilibra pero lo que no está, no está. O lo que está no satisface al director o... Personalmente tengo mis reservas de las obras no contenidas en un contexto mayor, aisladas. Me refiero a los temas de realización personal, que muchas veces, no tanto en este caso, no disimula un exceso autorreferencial. Hay algo, en este tipo de planteos - un hombre o una mujer cambia su contexto, se aleja, normalmente busca el mar, para encontrar algo que seguramente lo devolverá a un estadio más, cómo decirlo, existencial que la rutina, normalmente urbana, le impide conocer. Quizás. Pero los ejemplos de tales planteos no terminan de convercerme por más que ardientes pasiones o inspirados textos se sucedan. Me pareció un muy buen trabajo de DK en el protagónico. Hay una cautela en su composición que potencia la intensidad del personaje. Tuve que esforzarme en algunos clichés del verosimil (danzas orientales, joven científico, viejo lobo de mar). En fin. Algo para compartir en un estadio que no se pretende objetivo sino teñido del amoroso historial con un querido hermano por convicción.


En cuanto a Almodóvar escuché frecuentes quejas sobre su insistencia en el melodrama y las repeticiones en sus pelis. Es cierto. Lo que me pasó es que acepté el juego no sin cierta resistencia. Esa cosa donde l´amour fou es el motor fundante - no aparece demasiado en serio en un director de cine inventado por Pedro - de las acciones humanos me suena un poco demodée. Pero las imágenes, los puntos de vista, la convicción que parece respirar cada uno de los planos, así como cierta triste melancolía respecto de sí mismo, hace de ésta una peli amable y hasta graciosa. El brillo mayor está en la presencia de la Penélope. Cada fotograma que la muestra hace temblar la pantalla. Demás está decir que los momentos homenaje a "Mujeres al borde..." son para gozarlos como en las viejas épocas. Otra cosa: la frase final quedará registrada como una de las mejores boutardes del cine contemporáneo. Eso creo, bah.

1 comentarios:

Claire Mandarina dijo...

Ayer fui a ver Los Abrazos Rotos y pensaba escribir mi post - probablemente lo haga a la noche después del programa de radio. Adelantemos que coincido con que Penélope tiene un aura brillante, y que me encantó que repitiera mucho del casting de Volver.

Qué lindo que sigas actualizando, pa!

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