Y dale con "El secreto..."

Los estertores del terromoto Campanelliano no dejan de producirse. Lo cierto que un ejemplar de millones - el plural está cercano - de espectadores como el que nos ocupa se da con muy escasa frecuencia y motivos para los comentarios no faltan. Se habla del encuentro de una sintonía de la subjetividad social y los contenidos de la película. Puede ser, como también que la multiplicidad de efectos que produce, de todo signo y color, no lleguen nunca a poder expresarse por completo. Pero más allá de las razones de tamaña presencia interesa volver sobre un tópico que considero valioso.
En algún post previo había comentado sobre mi preferencia por los relatos contextualizados. Y es en este punto donde me interesa rescatar un aspecto de la peli y, quizás, agregar algo al sentido del fenómeno. Campa, para los amigos, tiene el hábito de encuadrar sus historias en un marco más amplio que el del propio relato. En "El mismo amor, la misma lluvia" recorría distintos momentos del acontecer nacional para narrar la historia de una pareja. Aun cuando en las restantes no se hacía tanto énfasis sobre la"realidad" socio-política, en cada una se filtraban referencias que hacían ineludible la ubicación del drama en un espacio temporal y geográfico concreto. En eso las pelis aparecen muy "argentinas". En el caso de "El secreto..." se avanza sobre el tema de manera evidente. Los años de una democracia débil y la antesala sangrienta del infierno que significó la presidencia de María Estela - y no durante la dictadura militar como algunos pretenden ver - revelan una intencionalidad muy clara en el afán de filtrar definiciones sobre lo que pasa en este país. Que dicha contextualización opere directamente sobre los personajes de la historia imprime un carácter más definitvo a esta forma de vincular lo individual con lo colectivo. Que el secreatario corrupto tanto como el sádico asesino sean presentados como los representantes, político y de "acción directa", de la Triple A manipulada por el Brujo y responsable de asesinatos a mansalva, cubiertos con el manto de la plena impunidad, de personas de lucidez ideológica y militantes de increíble valor, pone las cosas en un terreno peligroso. Algo así como que descorre el velo de "lo que no se habla". No recuerdo en ninguna peli del estilo, las llamadas "comerciales", que se haya tratado con tanta eficacia la directa relación entre la política y la represión, entre la impunidad y el poder político. No es un dato menor. Hay que agregar una caracterización precisa en lo que se muestra al correr la cortina de un juzgado, con sus miserias y sonrisas, o la multiplicidad de aristas en los diversos personajes secundarios para completar un panorama por demás alentador en la concepción y desarrollo de una idea totalizadora de éste, nuestro indefinible país. Ya con anterioridad expuse sobre ciertas debilidades que asoman a lo largo de las dos horas de proyección pero me parece justo marcar algunas de sus notables cualidades más allá del soberano plano secuencia que se inicia en la vista aérea de la cancha de Huracán.

2 comentarios:

Claire Mandarina dijo...

Very interesting, father. A mí también esa fue una de las cosas que más me gustó. Al comienzo de la peli, cuando dicen en qué año transcurrió el episodio del asesinato, dije epa... año jodido. Pero después se perdió esa sensación en las vueltas de la historia, hasta la escena donde se lo ve por la tv al lado de Isabelita. Fue una sorpresa que retomara inesperadamente el contexto histórico para darle el empujón a la trama.

Verushka dijo...

Está bueno el punto de vista. Me gusta, entre otras cosas, porque recuerdo que tu primera impresión de la peli no fue -en su conjunto- tan buena como lo que -en conjunto- exponés acá; y a la vez lo escrito no se contradice con lo anterior, sino que sencillamente es el ubicarte en otro lugar lo que amplía y le da volumen a la visión. En lo personal, me es un tema recurrente, ya que el aporte que hice de "Marea de Arena" tenía que ver con lo mismo, sólo que en aquel caso los puntos de vista correspondían a dos personas diferentes, y acá se trata de la misma, en otro momento y lugar, con más tiempo de sedimentación de lo visto, con el agregado no menor del fenómeno de exhibición, pero sin haberla visto de nuevo para volver a opinar del tema. Esto de pararse en diferentes lados me resulta muy enriquecedor, y si a la larga resultamos contradictorios con algo dicho o por decir, no lo entiendo como un problema, ya que eso es lo que termina dándole tridimensionalidad y riqueza a las cosas.

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